lunes, 16 de enero de 2012

Lectura 2º libro

Funky Business. El talento del nuevo capital; Kjell Nordstöm y Jonas Ridderstrale


El principal medio de producción es el cerebro humano, de hecho en la empresa moderna el 70-80% del trabajo de los empleados depende de su intelecto. Prácticamente en el mundo empresarial la competencia no pasará por seguir las normas, más bien consistirá en transgredir las normas viejas y crear otras nuevas. Hasta ahora, los países se habían enriquecido mediante una combinación de recursos naturales, trabajo y capital. Hoy en día esos factores no son tan relevantes. El conocimiento es el nuevo campo de batalla de los países, las empresas y las personas. Todos nos enfrentamos a un número mayor de situaciones en la que es necesario disponer de más conocimientos para ser operativo y sobrevivir a largo plazo. Nadie puede detener ni aislar el conocimiento. Si éste es poder, está potencialmente en todas partes.

En el nuevo entorno, necesitamos negocios inusuales, diferentes, innovadores, impredecibles, sorprendentes: Funky. Implican mayor competencia para todos y en todas partes, obligan a una constante búsqueda de elementos diferenciadores, ser único y resultar altamente competitivo. Esto se encuentra en el diseño del producto, la garantía, en el servicio post-venta, la imagen, en la oferta de financiación, en los aspectos intelectuales e intangibles, en la gente. Obligan a renovar la organización, en el futuro habrá dos tipos de empresas: las rápidas y las muertas. La gestión y el liderazgo se convierten en esenciales, La forma en que se atrae y motiva a su personal es más importante que la tecnología. No podemos creer en la posibilidad de tener una descripción del puesto de trabajo inamovible, la nueva realidad requiere una mayor flexibilidad. La inteligencia mejora con el uso, y se puede llevar a todas partes. Todos somos potencialmente libres para aprender, por lo que el poder pasa por controlar el recurso más importante: la inteligencia. Lo único seguro es que las habilidades esenciales y las respuestas que necesitaremos mañana no son las que utilizamos hoy. La evolución no es mala o buena, simplemente es.

En los momentos de cambios radicales creemos que las tres fuerzas que nos impulsan hacia lo desconocido son los cambios tecnológicos, institucionales y del sistema de valores. Todo se solapa y se relaciona. Todos actúan sobre todos, sobre nuestra sociedad, sobre las empresas, sobre las personas.


En la confusa sociedad tradicional, las divisiones son cada vez más difíciles, las barreras caen  a causa de la globalización, el cambio de normas y la digitalización. Las empresas utilizan su capacidad, y no sus recursos físicos, para competir en varios mercados. Los límites legales son cada vez menos relevantes y menos interesantes. La división que se produce es por la polarización ( el 80% del consumo lo realiza el 20% de la población), la tribalización y la profunda individualización que se está produciendo.

La empresa Funky es innovadora, reinventa las estrategias, la velocidad de fabricación o de distribución se reduce, trabaja de forma más inteligente, combina la homogeneidad con la heterogeneidad (mayor diversidad reduce el rendimiento, que la complejidad se refleje en la composición de la empresa), es heterárquica (jerarquías de distintas clases), más pequeña, más plana, temporal (proyectos y grupos), horizontal, circular(rapidez), abierta (el adulterio empresarial está bien visto cuando una empresa necesita realmente la habilidad o los recursos de la competencia), medida (el control no desaparecerá, se volverá más indirecto), etc.

El mundo Funky precisa un liderazgo sin límites. Movilizar fuerzas ya no es nada sencillo. La gente ya no es tan obediente, la intimidación y las amenazas no funcionan, y si lo hace, es porque hemos elegido a la persona equivocada. Una de las principales funciones del líder es introducir orden en el caos. Es preferible un liderazgo profiláctico, cuyo principal objetivo es ayudar. Los líderes reclaman cuatro cosas: orientación, tolerancia, interés y atención.

Para alcanzar el éxito, es preciso sorprender. Hay que atraer y lograr que no se prescinda de nuestros productos. Si sólo nos centramos en los aspectos fundamentales del negocio, corremos el riesgo de ser irrelevantes, y esta sería peor que ser ineficacias.



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